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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Conocer el secreto

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     Estas semanas se me hizo difícil mantener actualizado el blog. Lo bueno es que tengo más oportunidad de hacerlo mejor y tener otra oportunidad mas. Para compensar la ausencia por algún tiempo ademas de las entradas regulares habrá pequeños relatos. Serán historias de locura inspiradas en un libro sobre historias y personajes de mi ciudad y su muerte por Jaime Sainz. Son de locura de distintas maneras, son de locura porque al estudiar psicología he ido viviendo y acercándome de manera real al tema.
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     A la mitad de mis estudios en psicología, cuando aun creía saber lo que no sabía conocí a José  Carlos. Él acababa de entrar a la carrera, era un chico interesante del cual pude aprender, mucho. En clase el solía dar su opinión continuamente con lo cual lograba molestar a la mayoría. Al principio no le di importancia y lo clasifique como un chico más que quería demostrar que sabía más que los demás. Los días que estaba aburrido le prestaba un poco mas de atención sin obtener nada útil de sus opiniones.
     Después de unos meses muchas personas abandonan la carrera, los ánimos se calman y cierto ritmo se apodera de las clases. Los que comentan, también se lo toman con calma y lo hacen lo suficiente para recordar a todos que son ellos los que tienen que comentar. José  Carlos se adecuaba a esta dinámica, como todos. Sus comentarios solían ser francos y directos aunque la mayoría de las veces simplistas y muy idealizados.
       Lo que me llamo la atención es una ausencia en las participaciones de José Carlos durante unas dos semanas. Aun asistía a clases normalmente, realizaba los trabajos no se lo veía deprimido, simplemente estaba mas callado. La mayoría sintió este cambio  como un alivio y una alegría tranquila de ya no tener que escucharlo en clases. Después de ese tiempo José  Carlos volvió a su habitual ser y participaciones en clases continúas. Yo note un cambio sutil, el tono en el que hablaba era más soberbio e inclusive mas seguro.
     Poniendo más atención en el cambio que tuvo desde el primer día que estuvo callado empezó a leer un mismo tipo de libros. Eran como folletos de varias páginas, de baja calidad. Es en ese momento es cuando me entro la curiosidad. Centrándome en sus nuevos comentarios parecía que  su soberbia venia de su conocimiento nuevo. Era como si tuviera un secreto que le daba seguridad y que no quería compartirlo.
     Para la mayoría estaba medio loco, aunque eso se piensa de la mayoría que esta en psicología. Por mi parte decidí descubrir su secreto, lo necesitaba saber. Lo que estaba aprendiendo en la carrera en ese momento parecían solo suposiciones, poco útiles y lo que creía saber hasta ese punto no parecía servirme de nada. Si alguien parecía saber algo era él.
     Me dispuse a ser su amigo. Empecé a saludarle mas cordialmente y de vez en cuando comentar sobre alguno de sus aportes. En poco tiempo me encontré conversando con él antes de clases sobre diversos temas, desde teorías de cómo convencer a la gente hasta desear no tener clases ese día. Era un buen amigo y siempre tenía una idea nueva en mente.
     Para ese punto ya se llevaba mal con la mayoría de su curso. En las mañanas entraba directamente a la clase sin saludar a nadie. A no ser que yo estuviera presente, en ese caso me dirigía un saludo cordial aunque muy reservado reflejando cómo era él fuera de clases. A mi me agradaba pasar esos pequeños momentos juntos y tener al fin alguna persona a la cual podía presentarle ideas nuevas que tenía sobre la psicología sin importar cuan diferente fueran.
     Aun no me centraba en preguntarle directamente su secreto, mi plan era ir con calma y tener su confianza además que nuestra amistad parecía verdadera. Un día al llegar a la universidad José Carlos ya me esperaba cerca de las gradas. Estaba emocionado de mostrar y  explicar una parte de su libro: “La visión de nuestros sueños, son la verdad de nuestros deseos para ser atendidos. De no ser así uno se puede perder en los deseos de la sociedad”. José  Carlos me explicó que las personas no saben lo que quieren y menos organizar sus prioridades para vivir. Sus pensamientos junto a esa parte de su libro me parecieron que tenían bastante coherencia y que tenía aun un buen punto a demostrar. Los misteriosos libros llevaban el título de “Psicología de las tortugas” y eran producidos y publicados por el mismo autor, que era un psicólogo de otra universidad.
     Unas semanas antes del final del semestre y de los exámenes finales, José Carlos me invitó muy amablemente a salir a almorzar al día siguiente con él. Acepta alegremente y me prepare para poder preguntarle aunque sea algo del secreto que sabía, era una buena oportunidad para mí. Este día me encontraba ansiosos y debía mantener la calma. La mañana se pasó rápidamente hasta que me encontré con él en la puerta de la universidad para que me llevara a su casa. En el camino me dijo tímidamente que su familia administraba un comedor popular en el centro de la ciudad y es allí donde íbamos. Por mi parte no tenía ningún problema.
     Al llegar en la entrada José  Carlos me advirtió que no mirara al edificio del frente ya que en el tercer piso detrás de unas cortinas había un mirón que era una chica, que según el siempre estaba atenta a sus movimientos. A continuación entramos a un patio abierto con muchas mesas llenas  por ser plena hora de almuerzo. Nosotros nos dirigimos al fondo a la parte cerrada. Su familia nos atendió de la mejor manera y el almuerzo no pudo estar mejor. Durante la comida no tocamos para nada la advertencia que me hizo al principio, en cambio conversamos sobre la edad adecuada para triunfar en el mundo y de los logros de los autores que estábamos estudiando en clases.
     Lo interesante llegó cuando decidimos ir a caminar una vez acabada la comida. Por el tiempo que había estado juntos, había logrado ganarme su confianza y por que mi interés era genuino José Carlos estaba listo para revelarme su secreto. Empezó explicando a que se refería con su advertencia.
     Resulta ser que él creía que era observado constantemente por la chica que la ventana, su creencia solo venia porque veía moverse las cortinas de vez en cuando de cada vez que salía.  No paro ahí, había chica que le atraía a él. También creía que ella lo seguía a todo lado y esto lo molestaba en gran medida. Vivía escapando de ella, me comento que ella se le había acercado a él para decirle que sabia lo que pretendía y que no lo iba a dejar en paz. En un primer momento fue una decepción para mi pero esa noche pude descansar mejor ya que ya conocía cual era el secreto de José  Carlos.
    Todo lo que dijo se contradecía con los hechos diarios, la chica implicada ni lo miraba. Ahora su comportamiento tenía sentido para mí, él tenía una personalidad paranoide. Su certeza era que gran parte del mundo estaba en su contra y que las personas que le interesaban o le preocupaban lo iban a seguir. Este era un secreto que no me servía más allá de conocer alguien con esa personalidad que es rara además de ser tan marcada.
     Con José Carlos mantuve la amistad hasta que llegaron las vacaciones. Para el  nuevo ciclo de clases él se aisló mas, se cubría su rostro con su cabello que creció sin control. Dejó de asistir a clases regularmente hasta que dejo de ir totalmente. Unos meses después me dijeron que había sido internado varias veces en el área psiquiátrica. Él ya no se podía reconocer ni así mismo en el espejo y que sus delirios de persecución lo consumían.
    Desee poder haber hecho más por él, en el momento que compartimos juntos, mas no estaba listo y aun no tenía el conocimiento para ayudarlo cuando me necesito. Es difícil ir aprendiendo psicología y darse cuenta que de haber sabido podría haber ayudado a varias personas. Ahora sigo buscando el secreto del conocimiento. Hasta el momento tengo una pequeña pista: “es fácil olvidarse de ser felices por creencias de la sociedad”. Aun buscaré a alguien que tenga algún secreto de la vida.  



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