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Estas semanas se me hizo difícil mantener actualizado el blog. Lo bueno es que tengo más oportunidad de hacerlo mejor y tener otra oportunidad mas. Para compensar la ausencia por algún tiempo ademas de las entradas regulares habrá pequeños relatos. Serán historias de locura inspiradas en un libro sobre historias y personajes de mi ciudad y su muerte por Jaime Sainz. Son de locura de distintas maneras, son de locura porque al estudiar psicología he ido viviendo y acercándome de manera real al tema.
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Estas semanas se me hizo difícil mantener actualizado el blog. Lo bueno es que tengo más oportunidad de hacerlo mejor y tener otra oportunidad mas. Para compensar la ausencia por algún tiempo ademas de las entradas regulares habrá pequeños relatos. Serán historias de locura inspiradas en un libro sobre historias y personajes de mi ciudad y su muerte por Jaime Sainz. Son de locura de distintas maneras, son de locura porque al estudiar psicología he ido viviendo y acercándome de manera real al tema.
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A la mitad de mis estudios en psicología,
cuando aun creía saber lo que no sabía conocí a José Carlos. Él acababa de entrar a la carrera, era
un chico interesante del cual pude aprender, mucho. En clase el solía dar su opinión
continuamente con lo cual lograba molestar a la mayoría. Al principio no le di
importancia y lo clasifique como un chico más que quería demostrar que sabía más
que los demás. Los días que estaba aburrido le prestaba un poco mas de atención
sin obtener nada útil de sus opiniones.
Después de unos meses muchas personas
abandonan la carrera, los ánimos se calman y cierto ritmo se apodera de las
clases. Los que comentan, también se lo toman con calma y lo hacen lo
suficiente para recordar a todos que son ellos los que tienen que comentar. José Carlos se adecuaba a esta dinámica, como
todos. Sus comentarios solían ser francos y directos aunque la mayoría de las
veces simplistas y muy idealizados.
Lo que me llamo la atención es una ausencia
en las participaciones de José Carlos durante unas dos semanas. Aun asistía a
clases normalmente, realizaba los trabajos no se lo veía deprimido, simplemente
estaba mas callado. La mayoría sintió este cambio como un alivio y una alegría tranquila de ya
no tener que escucharlo en clases. Después de ese tiempo José Carlos volvió a su habitual ser y participaciones
en clases continúas. Yo note un cambio sutil, el tono en el que hablaba era más
soberbio e inclusive mas seguro.
Poniendo más atención en el cambio que tuvo
desde el primer día que estuvo callado empezó a leer un mismo tipo de libros.
Eran como folletos de varias páginas, de baja calidad. Es en ese momento es cuando
me entro la curiosidad. Centrándome en sus nuevos comentarios parecía que su soberbia venia de su conocimiento nuevo.
Era como si tuviera un secreto que le daba seguridad y que no quería
compartirlo.
Para la mayoría estaba medio loco, aunque
eso se piensa de la mayoría que esta en psicología. Por mi parte decidí
descubrir su secreto, lo necesitaba saber. Lo que estaba aprendiendo en la
carrera en ese momento parecían solo suposiciones, poco útiles y lo que creía
saber hasta ese punto no parecía servirme de nada. Si alguien parecía saber
algo era él.
Me dispuse a ser su amigo. Empecé a
saludarle mas cordialmente y de vez en cuando comentar sobre alguno de sus
aportes. En poco tiempo me encontré conversando con él antes de clases sobre
diversos temas, desde teorías de cómo convencer a la gente hasta desear no
tener clases ese día. Era un buen amigo y siempre tenía una idea nueva en
mente.
Para ese punto ya se llevaba mal con la mayoría
de su curso. En las mañanas entraba directamente a la clase sin saludar a nadie.
A no ser que yo estuviera presente, en ese caso me dirigía un saludo cordial
aunque muy reservado reflejando cómo era él fuera de clases. A mi me agradaba
pasar esos pequeños momentos juntos y tener al fin alguna persona a la cual
podía presentarle ideas nuevas que tenía sobre la psicología sin importar cuan
diferente fueran.
Aun no me centraba en preguntarle
directamente su secreto, mi plan era ir con calma y tener su confianza además
que nuestra amistad parecía verdadera. Un día al llegar a la universidad José Carlos
ya me esperaba cerca de las gradas. Estaba emocionado de mostrar y explicar una parte de su libro: “La visión de nuestros
sueños, son la verdad de nuestros deseos para ser atendidos. De no ser así uno
se puede perder en los deseos de la sociedad”. José Carlos me explicó que las personas no saben
lo que quieren y menos organizar sus prioridades para vivir. Sus pensamientos
junto a esa parte de su libro me parecieron que tenían bastante coherencia y
que tenía aun un buen punto a demostrar. Los misteriosos libros llevaban el
título de “Psicología de las tortugas” y eran producidos y publicados por el
mismo autor, que era un psicólogo de otra universidad.
Unas semanas antes del final del semestre
y de los exámenes finales, José Carlos me invitó muy amablemente a salir a
almorzar al día siguiente con él. Acepta alegremente y me prepare para poder
preguntarle aunque sea algo del secreto que sabía, era una buena oportunidad
para mí. Este día me encontraba ansiosos y debía mantener la calma. La mañana
se pasó rápidamente hasta que me encontré con él en la puerta de la universidad
para que me llevara a su casa. En el camino me dijo tímidamente que su familia
administraba un comedor popular en el centro de la ciudad y es allí donde íbamos.
Por mi parte no tenía ningún problema.
Al llegar en la entrada José Carlos me advirtió que no mirara al edificio
del frente ya que en el tercer piso detrás de unas cortinas había un mirón que
era una chica, que según el siempre estaba atenta a sus movimientos. A
continuación entramos a un patio abierto con muchas mesas llenas por ser plena hora de almuerzo. Nosotros nos
dirigimos al fondo a la parte cerrada. Su familia nos atendió de la mejor
manera y el almuerzo no pudo estar mejor. Durante la comida no tocamos para
nada la advertencia que me hizo al principio, en cambio conversamos sobre la
edad adecuada para triunfar en el mundo y de los logros de los autores que estábamos
estudiando en clases.
Lo interesante llegó cuando decidimos ir a
caminar una vez acabada la comida. Por el tiempo que había estado juntos, había
logrado ganarme su confianza y por que mi interés era genuino José Carlos
estaba listo para revelarme su secreto. Empezó explicando a que se refería
con su advertencia.
Resulta ser que él creía que era observado
constantemente por la chica que la ventana, su creencia solo venia porque veía
moverse las cortinas de vez en cuando de cada vez que salía. No paro ahí, había chica que le atraía a él. También
creía que ella lo seguía a todo lado y esto lo molestaba en gran medida. Vivía
escapando de ella, me comento que ella se le había acercado a él para decirle
que sabia lo que pretendía y que no lo iba a dejar en paz. En un primer momento
fue una decepción para mi pero esa noche pude descansar mejor ya que ya conocía
cual era el secreto de José Carlos.
Todo lo que dijo se contradecía con los
hechos diarios, la chica implicada ni lo miraba. Ahora su comportamiento tenía
sentido para mí, él tenía una personalidad paranoide. Su certeza era que gran
parte del mundo estaba en su contra y que las personas que le interesaban o le
preocupaban lo iban a seguir. Este era un secreto que no me servía más allá de
conocer alguien con esa personalidad que es rara además de ser tan marcada.
Con José Carlos mantuve la amistad hasta
que llegaron las vacaciones. Para el
nuevo ciclo de clases él se aisló mas, se cubría su rostro con su
cabello que creció sin control. Dejó de asistir a clases regularmente hasta que
dejo de ir totalmente. Unos meses después me dijeron que había sido internado
varias veces en el área psiquiátrica. Él ya no se podía reconocer ni así mismo
en el espejo y que sus delirios de persecución lo consumían.
Desee poder haber hecho más por él, en el
momento que compartimos juntos, mas no estaba listo y aun no tenía el
conocimiento para ayudarlo cuando me necesito. Es difícil ir aprendiendo
psicología y darse cuenta que de haber sabido podría haber ayudado a varias
personas. Ahora sigo buscando el secreto del conocimiento. Hasta el momento
tengo una pequeña pista: “es fácil olvidarse de ser felices por creencias de la
sociedad”. Aun buscaré a alguien que tenga algún secreto de la vida.